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Carmen de la frontera

Distrito Carmen de la frontera

distrito carmen de la frontera 1963 grupo de pobladores con visión futuro se reunieron con la finalidad de gestionar la Creación del Distrito  A mediados del año 1963, un grupo de pobladores con destacada labor social y con visión de futuro, residentes en el sector de Páramo, en las inmediaciones de Pulún y Santa Rosa, hoy en día Ciudad de Sapalache, se reunieron con la finalidad de gestionar la Creación del Distrito. En aquella pequeña reunión decidieron encargar la responsabilidad de dicha gestión, al señor Felipe Santiago Adrianzén Peña, esposo de la reconocida señora Carlota Zuñe Supo, de origen lambayecano; una persona que reunía las cualidades suficientes para llevar a cabo la ambiciosa tarea de creación de Nuestro Distrito. Con el aporte voluntario de los pobladores se empiezan a realizar las primeras gestiones, logrando hacer relación directa con el Ing. Juan Lituma Portocarrero, senador por el departamento de Piura, quien no dudó en apoyar las aspiraciones de este grupo de pobladores, tal es así que siendo presidente constitucional del Perú el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, con Ley N° 15248 del 30 de noviembre del año 1964, se crea el distrito: El Carmen de la Frontera, con su capital Sapalache, la misma que fue promulgada el 04 de diciembre de 1964, y a partir de esa fecha se encargó la alcaldía al señor Víctor Elera Adrianzén, quien fue el que dio inicio a la formalización de la Oficina de la Municipalidad.

En la antiguedad

Debido a la escasa investigación realizada, muy poco se conoce de El Carmen de la Frontera en los tiempos anteriores a la Conquista. Por cierto, el territorio del distrito está ocupado en todo su largo y ancho por sitios arqueológicos y vestigios de culturas ancestrales: cementerios de los “gentiles”, antiguos caminos, ruinas de construcciones en piedra e incluso pueblos prehispánicos como la ciudad incaica de Caxas y otra, descubierta recientemente en plena cordillera, en la quebrada del Sural, también inca y asociada a un tramo del Qhapaq Ñan o Camino Real. De acuerdo a las fuentes etnohistóricas, al momento de ser anexado al Tawantinsuyo, alrededor del año 1470, el territorio del actual distrito estaba repartido entre dos distintas etnias: los Guayacundos de Caxas, quienes ocupaban probablemente las tierras pertenecientes a la cuenca del Pacífico, y los Huancapampa, asentados en la cuenca alta del río que lleva su nombre.

La Leyenda de Chicuate

Sapalache 1985 De la ciudad perdida de Chicuate trata en su “Monografía de Huancabamba” el R. P. Miguel Justino Ramírez: «La tradición oral nos habla de la existencia de un gran pueblo, dentro de los confines de esta provincia, llamado SAN JUAN DE CHICUATE, cuya riqueza en oro y piedras preciosas era fabulosa y cuya desaparición envuélvase en pintoresca leyenda». Podría tratarse, continúa el sacerdote, de la versión local del mito de El Dorado, o quizás una reminiscencia de algún pueblo precolombino, grabada en la memoria colectiva. La leyenda referida por Ramírez cuenta que en el siglo XIX vivieron en el caserío de Cajas dos “sordomudos” que traían continuamente oro a sus casas desde el sitio «en donde estaba encantado el antiguo y riquísimo pueblo de Chicuate»; allí existía una gran laguna cuyas vertientes arrastraban pepitas de oro. La codicia y la envidia movieron a muchos a seguir ocultamente a los sordomudos para descubrir tan extraordinario venero, pero en vano, porque sólo consiguieron ir tras ellos hasta las puertas de Mógica, formadas por dos peñas que casi se juntan en forma de arco; desde allí empezaba la senda que conducía a la aurífera laguna y lugar en donde estaba encantado el pueblo de Chicuate. Esos sordomudos capaces de desaparecer en la niebla divulgaron la leyenda más conocida de la desaparición del pueblo de Chicuate, que sus abuelos escucharon alguna vez de una anciana pastora la cual habría escapado de casualidad al encantamiento del gran pueblo, “opulento y primoroso”, que un viernes a medianoche un terremoto se tragó vomitando en su lugar una laguna inmensa: «Desde entonces los viernes, en horas de media noche, óyense repiques de campanas, vénse emerger del fondo de la laguna toros bravos que tienen los cuernos revestidos de achupayas, cuando algún mortal quiere acercarse por esos aledaños, todo desaparece envuelto en espesa neblina».

En el mito de Chicuate se nota una conmistión de elementos hispánicos y prehispánicos, pero su origen es claramente relacionado al elemento indígena. El R.P. Ramírez comenta que de haber algo cierto en esta leyenda, la desaparición del pueblo precolombino habría de suponerse muy anterior a La Conquista, y menciona el hecho interesante que en la Iglesia Matriz de Huancabamba se veneran dos imágenes del Apóstol San Pedro: la más grande es reconocida como la del Patrón de la ciudad, mientras que la más pequeña es identificada con San Pedro Chicuatero, Patrón de las comunidades. Existen documentos antiguos que mencionan una Hacienda Chicuate ubicada, de acuerdo a un croquis de 1777, entre el Río Samaniego y la “Cordillera de Chicuate”; en el croquis aparece además un trazado del Camino Real que coincide con los recientes descubrimientos. Especialmente interesante en la citada leyenda es la mención a las “puertas de Mógica”, puesto que el macizo del Cerro Mójica domina justamente este sector, cuyo límite septentrional es marcado por el Río Blanco y la frontera con el Ecuador: allí se encuentra el Hito Chicuate

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