Fiesta Patronal del Virgen de las Mercedes

La festividad de la Virgen de las Mercedes congrega a miles de peregrinos procedentes de todo el Norte del país. Sin importar la distancia, los devotos de la Virgen, de toda edad y condición social, avanzan en largas caminatas hasta su santuario, para agradecer los favores recibidos y solicitar por su intercesión nuevas gracias. La algarabía de esta comunidad de fe unida por el amor filial a la Virgen, transforma la vida del puerto, dando paso a diversas manifestaciones culturales que atraen a propios y extraños.
- PARTES DE LA CELEBRACIÓN
Si bien el día central es el 24 de septiembre, las celebraciones se extienden por casi todo el mes de septiembre, sirviendo de antesala y colofón de la Fiesta, despertando el entusiasmo de los fieles. Las celebraciones están conformadas de la siguiente manera:
Las Misiones. La preparación espiritual se inicia entre el 1º y 12 de septiembre con el recorrido de la Virgen Peregrina a los diferentes poblados del puerto, donde se le rinde homenaje durante su permanencia. Un grupo de misioneros acompañan el recorrido, realizando celebraciones comunitarias tales como representaciones bíblicas, a modo de evangelización del pueblo.
El Novenario. Se realiza entre el 14 y 22 de septiembre en el Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes ubicado en el Cerro Tres Cruces, ante la auténtica imagen de Nuestra Señora de las Mercedes de Paita, congregando a cientos de fieles.
El día 23 de septiembre, empiezan a arribar los peregrinos al puerto, provenientes desde distintas partes de Piura y del Perú.
El 24 de septiembre, día central. Por la mañana, junto a los peregrinos que llegan al encuentro de “La Mamita Meche”, como cariñosamente la llaman, el Arzobispo Metropolitano oficia la Misa Solemne, culminada la misma, se inicia la primera procesión.
Las Procesiones. Por la tarde, culminada la celebración Eucarística, se da inicio a la primera de muchas procesiones que se extienden hasta el 28 de septiembre, recorriendo las calles del puerto hasta altas horas de la noche, para retomarlas al día siguiente. El último día, por lo general la procesión se inicia temprano en la mañana y se prolonga hasta la madrugada.
Acompañada de cantos y oraciones, durante los días del recorrido, la Imagen de la Virgen recibe el homenaje de las Fuerzas Militares que saludan a su Patrona y de diversas instituciones y familias que reafirman su fe y agradecen los dones recibidos. Las fachadas de las casas son decoradas y desde los balcones los fieles arrojan pétalos de flores y aplauden emocionados.
Si bien la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes es una, de acuerdo a las funciones a realizar, éstas se distribuyen entre los caballeros y las damas: los primeros son los encargados de cargar las andas, las segundas se dedican a vestir a la Virgen y de la decoración de las andas. Los días de la Fiesta, los miembros de la Hermandad, tanto hombres como mujeres usan una capa blanca y escapulario de la Virgen de La Merced.
El rito de vestir a la Virgen. Esta ceremonia no está a la vista del público, y está a cargo de algunas Damas de la Hermandad. Del retablo donde permanece todo el año, la imagen es retirada y conducida a la Sacristía por los Caballeros de la Hermandad, donde entre cánticos y oraciones, las devotas de la Virgen, en estricto privado, proceden a cambiarle las vestimentas. Esta paciente labor que toma aproximadamente tres horas, la realizan dos veces durante la festividad: una para el Novenario y otra en la preparación del recorrido procesional. Cabe anotar que los ‘mantos’ –trajes de la Virgen- son donados por los fieles todos los años, y las prendas que luce son de plata a excepción del día central en que la Imagen es engalanada con piezas de oro entre las que destacan la Corona con la que el Legado Papal la invistió en 1960 y la medalla dada por el Beato Juan Pablo II, Papa, en febrero de 1985 durante su Visita Apostólica a Piura.
- DEVOCIÓN
Miles de peregrinos realizan largas jornadas caminando desde distintas partes de Piura y del país para ir al encuentro de “La Mechita” ya sea para demostrar su agradecimiento, cumplir una promesa o por el simple hecho de querer estar cerca de su maternal presencia.
Con frazadas a la espalda para protegerse del frío de la noche y ataviados con gorros de tela para salvaguardarse del sol, peregrinos de todas las edades, venciendo su cansancio, avanzan ya sea por polvorientos caminos o por las carreteras, reverberantes de calor que traspasa su calzado. Ningún sacrificio es mayor que sus ganas de estar junto a la venerada Imagen de la Virgen. A medida que llegan a la meta, algunos acentúan su penitencia ante la admiración de propios y extraños.