info@enperu.org

Menu

LOS VALSES CRIOLLOS

HISTORIA

El Vals o Valse, un género musical europeo ampliamente difundido en América, deriva de «waltzen», que significa «dar vueltas» o «revolcarse». La transformación de este género dio lugar al Vals Criollo Peruano, cuyas características rítmicas, provenientes de la práctica popular, especialmente de la población negra, son notablemente sincopadas. Esta particularidad se destaca con la presencia del CAJÓN, que acentúa el juego entre los patrones de 6/8 y ¾. Las palmas siguen un ritmo binario, mientras que al bailar se marca en ¾. Los instrumentos alternan entre ¾ y 6/8, al igual que la acentuación del texto al cantar. Don César Santa Cruz ha investigado sobre el Vals Criollo, revelando las diversas influencias en su evolución (Santa Cruz, 1989), y Llorens (1983) se refiere a este género y su desarrollo en Lima entre 1900 y 1940.

En el pasado, los criollos solían llamarlo «valse», para identificarlo más como propio del Perú, castellanizando la palabra «vals». En la actualidad, y desde hace años, se le conoce como «vals» o «vals criollo» dentro de Perú, mientras que fuera del país se le llama «vals peruano», una denominación aceptada incluso en el Perú.

En las noches de la Lima antigua, los ciudadanos solían reunirse en plazoletas y parques, donde, bajo las glorietas, olvidaban las tensiones políticas para sumergirse en la paz giratoria de los valses.

Los criollos y mestizos, la clase media del pentagrama, buscaban un ritmo genuino y, al carecer de raíces propias, adoptaron los valses europeos para infundirles su esencia, su ámbito, su anécdota y su ritmo del alma y el pie, en resumen, su peruanidad adolescente y su limeñismo insurgente republicano.

Aunque el Vals Peruano nació entre los criollos de la clase media, gradualmente se abrió paso entre sectores de condición económica más humilde. Los «niños bien» de 1900 lo acogieron con entusiasmo para desafiar las convenciones juveniles, despertar a los abuelos solemnes y entusiasmar a las jóvenes con deseos secretos de aventura. Reconocemos también la influencia de un grupo liderado por Alejandro Ayarza, conocido como «Karamanduka», un periodista incisivo y dramaturgo chispeante.