Casonas de Cusco
Descripción general
Las primeras mansiones coloniales que se edificaron en el Cusco albergaron a conquistadores y encomenderos. Situadas en lugares privilegiados, transformaron los espacios nobles de la ciudad inca para convertirlos en palacetes de inspiración renacentista. Rápidamente, se abrieron patios, arquerías y zaguanes. Las fachadas introdujeron blasones, ventanas de ajimez y balcones de origen mudéjar. No sólo eran radicales innovaciones arquitectónicas sino símbolos de modos de vida distintos, además de adecuarse a nuevas funciones sociales. Muchas de esas casonas subsisten y han conservado -hasta nuestros días- el aspecto que le imprimieron sus primeros habitantes.
El cabildo
La Municipalidad ocupa todo un lado de la Plaza del Regocijo, en lo que fue el antiguo Cabildo y posteriormente la Prefectura republicana. Su amplia fachada despliega una arquería de dos pisos, con el doble de arcos más pequeños en el segundo. Esta galería alta sirvió de localidad privilegiada para observar las fiestas celebradas en el lugar. Las habitaciones del interior se articulan alrededor de un gran patio cuadrado de piedra. Actualmente, un sector importante del edificio antiguo sirve como sede del Museo de Arte Contemporáneo del Cuzco.
Dirección: Plazoleta del Regocijo s/n.
Horario: Lu. a Sá. de 9 a.m. hasta 6 p.m.
La inquisición
La izquierda de Jesús María, y haciendo esquina con la cuesta del Almirante, todavía se conserva el pequeño edificio que sirvió de sede al temido Tribunal del Santo Oficio o Inquisición. Es un pequeño edificio de piedra, abovedado, con una diminuta galería exterior. Interiormente, nada recuerda ya sus funciones originales.
La casa de la calle tigre
Esta mansión de grandes dimensiones data del siglo XVI, aunque su aspecto actual obedece a una reconstrucción integral realizada en el siglo XVIII. Se alzaba a un lado del antiguo puente sobre el Saphi, por donde desfiló en 1573, camino al patíbulo, el inca rebelde Túpac Amaru I.
Desde 1934, la casa pasó a ser propiedad de la Universidad Nacional San Antonio Abad, primero como Museo e Instituto Arqueológico y, actualmente, como sede del rectorado. Su última restauración, finalizada en 1992, recuperó todas las estructuras, incluyendo las magníficas arquerías del patio principal y el singular balcón esquinero que abarca las calles Tigre y Saphi.
Dirección: Esquina de las calles Tigre con Saphi.
La casa de las sierpes
Según la tradición, en el Amarucata (en quechua, «ladera de la serpiente»), dentro del barrio incaico de Pumacurco, se establecieron los yachayhuasi o escuelas donde se impartían conocimientos. De ahí la presencia abundante de relieves con forma de serpientes que explican la denominación popular de esta casa y del callejón lateral de Siete Culebras.
Tras la fundación española, el solar pasó a manos de Mansio Sierra de Leguizamo, conquistador español que se hizo célebre por haber obtenido uno de los soles de oro del Koricancha, tesoro que perdió en una noche de juego.
La casa cabrera
Su construcción data de mediados del siglo XVI. Por entonces, pertenecía al conquistador Alonso Díaz, yerno de Pedrerías y partidario de Hernández Girón, en la guerra civil que libraron los encomenderos contra la Real Audiencia. Tras la derrota de Girón, Alonso Díaz fue decapitado y su casa se convirtió en «recogimiento de mestizas», un espacio destinado a las hijas de conquistadores muertos en el campo de batalla.
En 1556 sus instalaciones sirvieron para establecer el monasterio de Santa Clara que permaneció en el lugar hasta 1622, cuando las monjas se trasladaron a los terrenos que hasta hoy ocupan. Entonces la iglesia y los claustros pasaron a manos de Jerónimo Luís de Cabrera, un vecino prominente de la ciudad que dio nombre a la finca.
La casa del inca Garcilaso de la vega
Construida sobre un muro inca, es un singular ejemplo de la arquitectura virreinal. En la actualidad es sede del Museo Histórico Regional. Contiene elementos prehispánicos y coloniales, como pinturas de la Escuela Cuzqueña, y perteneció al ilustre cronista mestizo Inca Garcilaso de la Vega.
Nacido el 12 de abril de 1539 en el Cusco, Garcilaso fue hijo del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas y de la princesa cuzqueña Isabel Champú Ocllo. Fue autor de dos obras: «Comentarios Reales» y «La Florida del Inca», ambas impulsadas por la necesidad de rescatar la historia del imperio Inca más allá de la visión euro céntrica que, la más de las veces, observó peyorativamente los rasgos de su cultura materna.
Dirección: Calle Heladeros s/n. (Esquina con la calle Garcilaso).
TEL: (084) 223245.
Horario: Lu.- Sá. De 9:00 a 17:30.
Casa del marqués de picoaga
Su construcción se debe al Marqués Don José Picoaga y Arbiza en el siglo XVIII, entre 1745 y 1751. Se encuentra ubicada en la calle Santa Teresa, siendo en la actualidad el Hotel Picoaga, tradicional hotel de arquitectura de fachada y patio de la época.
La casa del Almirante(Palacio del Almirante)
Una de las casonas que mejor han mantenido el carácter palaciego de la aristocracia surgida con la conquista, fue la Casa del Almirante; una verdadera obra maestra de la arquitectura civil cusqueña. Su nombre proviene de uno de sus más célebres propietarios, el Almirante Francisco Alderete Maldonado, quien ocupó la casa hasta su muerte en 1643. Luego fue sede del Arzobispado, posteriormente efímero palacio del último virrey del Perú y Casa de Gobierno del mariscal Santa Cruz bajo la Confederación Peruano- Boliviana.
En el siglo XX fue paso a manos de la Universidad Nacional San Antonio Abad y, finalmente, destinada como sede del Museo Inca, que alberga una importante colección arqueológica que incluye piezas de cerámica, de orfebrería, tejidos y momias.
Dirección:Calle Cuesta del Almirante 153 (Esquina con la calle Ataúd).
Telefono:084 237380.
Horario:Lu.- Sá. de 8:00 a 17:30
La casa de silva
Las casas de los españoles por la mayor parte son sombrías y tristes si no es la del capitán Diego de Silva que la labró alegre. Fray Reginaldo de Lizárraga, «Descripción y población de las Indias», 1570.
Junto a la iglesia de Santa Teresa se abre la plazoleta «de Silva», así llamada por la enorme casa que ocupa todo su frente. Su primer ocupante fue el conquistador Diego de Silva y Guzmán, casado con una hija del mariscal Rodrigo de Orgóñez, lugarteniente de Diego de Almagro durante las guerras civiles. La preeminencia de Silva pronto se vio reflejada en la extensión e importancia de los solares que le fueron otorgados en la ribera derecha del Saphi. Ocupaba todo su frente un largo muro incaico, existiendo en el interior canchones e, incluso, andenes de cultivo. Para el servicio doméstico contaba también con «rancherías» de indígenas en la parte posterior de la finca. Se dice que llegó a ser una de las residencias más notables de la ciudad y, por ello, sirvió de hospedaje al virrey Toledo entre 1571 y 1572.
Casa de Clorinda Matto
En las inmediaciones de la plaza de San Francisco, sobre los andenes incaicos del barrio de Carmenca, se construyó la primera casa en el siglo XVI, y hacia 1580 era ocupada por Juan de Armenta. En 1632 pasó a vivir aquí el noveno obispo del Cusco Fernando de Vera y Zúñiga, cuyo escudo familiar fue descubierto en la última restauración. Sin embargo, ha quedado en la memoria de los cusqueños como la «casa de Clorinda Matto de Turner», escritora y precursora del indigenismo literario, quien es probable que haya nacido aquí en 1854. De hecho, la autora de «Aves sin Nido» (1889), casada con un rico agricultor inglés, debió pasar buena parte de su vida entre esta casa y la hacienda familiar.