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La Camara Funeraria

Limpiando sistemáticamente toda la sección de la plataforma se identificó un relleno de tierra, delimitado por los adobes de la edificación. Retirando progresivamente este relleno, a tres metros de profundidad se encontró el esqueleto de un hombre portando escudo de cobre y casco dorado y vestido con la típica y sobria indumentaria del soldado Moche.

Unos 50 cm. debajo asomaba el sarcófago del Gran Rey Moche, el Señor de Sipán. Penetrar en él significó un verdadero trabajo de cirugía. Entre los sedimentos apareció el rostro, en miniatura, perteneciente a un jefe guerrero; escultura en oro y de 6.2 cm que derrocha realismo y muestra un trabajo de orfebrería único. Esta delicada esfinge humana corresponde a la parte central de una orejera trabajada en milimétricos mosaicos de turquesas y oro.

La total limpieza de esta capa dejó al descubierto el rico ajuar funerario.
Los pies del Señor calzaban sandalias de cobre. Alrededor del fardo se encontraron conchas spondylus y progresivamente se fueron develando estandartes representando a un personaje con los brazos abiertos y palmas extendidas.

Cubriendo los huesos de la cara y cerca del rostro estaban: ojos, nariz y mentón de oro, dos livianas narigueras y un casquete de orejeras de oro y turquesas representando a un venado.

Miles de pequeñas cuentas o chaquira de concha blanca, roja y anaranjadas forman un total de 11 pectorales dispuestos sobre el pecho y las piernas, varios tocados de plumas dispuestos en forma de abanico con mangos de cobre, además de elegantes brazaletes de turquesas. Sobre el pecho aparece un collar con 20 manís, de oro la mitad derecha y, plata la restante. Un lingote de oro en la mano derecha y otro de cobre en la izquierda. La derecha sujetaba también un cetro y cuchillo de oro coronado con una pirámide invertida con relieves; en la mano izquierda un cetro de plata; a la altura del cuello encontramos también un collar con 71 esferas y, sobre el pecho, un cuchillo de oro hacia la derecha y otro de plata hacia la izquierda. Indicios de una simbólica bipartición constante, dualidad y equilibrio presente en el rito. Notablemente el señor yacía con esta sugerente orientación.

Acompañan al Señor en su última morada: un guerrero, un sacerdote, dos mujeres, un perro, una llama, un niño y un guardián; ademas de 1150 piezas de cerámica.